Ensayos RdL

Abogados de oro

¿Puede creer alguien que el título de abogado garantiza la honradez, la cultura, la moralidad o la filantropía de su propietario? Quizá sí, cuando el autor de esta obra se muestra tan escandalizado; o tan interesado en que los lectores comprendan lo escandaloso de las informaciones que proporciona: las que ha extraído del rincón más oscuro del Registro Mercantil o del estante más oculto de los archivos judiciales. Muy pronto el lector se verá abrumado por interminables relaciones de vocalías de consejos de administración y por las, al parecer, extraordinariamente ilegítimas maniobras a las que se han entregado sus miembros para comprar o vender empresas, para ejercer presión interesada sobre la Administración o, incluso, para

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El conocimiento como relación

Las teorías psicológicas se constituyen siempre sobre un modelo o metáfora del ser humano. En este sentido son teorías deudoras de las mentalidades e ideologías de su tiempo. La psicología se hace posible históricamente como ciencia no tanto porque haya un progresivo descubrimiento de un «objeto» «real» (la psique, la mente o la conducta), susceptible de conocimiento «científico», sino más bien cuando hay una opinión ampliamente compartida de que, entre otras cosas, el ser humano es modificable en su subjetividad por mecanismos y procesos meramente materiales e intramundanos y se tienen, además, modelos –como los mecánicos– para explicar ese cambio. Pero las ciencias sociales, y la psicología en especial, se constituyen a su vez –y

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La felicidad de escribir

Toda una leyenda de gracia y de simpatía envuelve el recuerdo de Juan García Hortelano y hace que las valoraciones de su obra tiendan –casi por fuerza– a convertirse en un homenaje a su personalidad insustituible. Pese a lo cual, su reputación como escritor ha quedado circunscrita a un tiempo muy determinado, y ni siquiera la profunda revisión que él mismo emprendió de sus planteamientos estéticos, sometidos a constante experimentación a partir de los años setenta, alcanzó a sacarle del todo de esa suerte de limbo en el que, hasta hace bien poco, han permanecido la mayor parte de los autores cobijados en su momento bajo la flagelante etiqueta del realismo social. Algún día habrá

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La guerra de los Ochenta Años

Resulta tópico decir de ciertos autores y obras que no tienen buena fortuna. Pero no deja de ser cierto que hay casos así, y mucho me temo que éste sea uno de ellos. Se edita ahora, con quince años de demora, la que a mi entender constituye una de las obras fundamentales de la historiografía de los últimos veinticinco años, por lo que se refiere a nuestro entendimiento del siglo XVII. Como es una obra esencial, por grande que haya sido el retraso, no merece una bienvenida menos efusiva. De la escasa fortuna de autor y obra conviene decir algo ya mismo. No fue buena llegada la de Israel entre nosotros, habiendo entrado por una

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