Ensayos RdL

Udo Kultermann y la historiografía del arte

En España, los estudios de historia del arte han sido durante mucho tiempo –y a veces son todavía– una obra de paciencia descriptiva y memoriosa, un minucioso trabajo de atlas, herbarios y rituales. Hoy los alumnos universitarios de esta materia leen más sobre teoría y método. Pero no se les puede alimentar sólo con deconstrucción y feminismos, historia foucaultiana y psicoanálisis lacaniano; conviene que sepan algo también de la tradición intelectual de su propia disciplina. Para ello tenemos ya en castellano a Alois Riegl y Heinrich Wölfflin, Longhi y Focillon, Erwin Panofsky, Wittkower y Gombrich (aunque faltan otros por traducir, como Aby Warburg). Una guía excelente para acercarse a estos clásicos (y a otros menos

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Regreso al cuaderno de hojas blancas

Como el mismo título indica, José María Merino regresa al cuaderno preferido de su personaje Santi, el de hojas blancas, que vio su primera entrega en esta misma colección el pasado año. Este cuaderno es un objeto-metáfora, el espacio de la fantasía. En el curso anterior, le sirvió a Santi como borrador de los trabajos de clase y en él se distraía dibujando, cuando las tareas eran demasiado pesadas. Ahora, al volver de sus vacaciones, descubre que algo ha sucedido en su cuaderno, alguien ha borrado todos sus dibujos y en su primera página un gran SOS le pide ayuda. Como Alicia en el espejo, Santi se meterá literalmente en el libro, donde las palabras

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Don de la perplejidad

Un escritor noruego, famoso en su país por la trascendencia de su novela La casa de Mona Elden, sometida en su momento a un proceso por obscenidad que acabó alterando la vida del autor, pasa la última etapa de su existencia en una clínica catalana. El mal que le aqueja: la Enfermedad, así en mayúsculas, modo eufemístico de tratar al, por lo visto, todavía tabú virus del sida. Sometido a cuanto de innoble o secreto pueda tener un mal, que las gentes bienpensantes atribuyen a causas pecaminosas, y que en su última fase, la que aqueja al escritor noruego, se caracteriza por un deterioro orgánico dudosamente estético, el novelista nórdico monologa acerca de lo que

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Si en el principio fue la acción, entonces no hubo principio

Hasta hace poco, los pragmatistas norteamericanos apenas formaban parte del elenco de filósofos habitualmente considerados clásicos y a veces ni siquiera de la clase de los autores dignos de tomar en serio. Aunque preguntar por tesis en las que hayan coincidido Bertrand Russell y Martin Heidegger puede parecer una adivinanza o el comienzo de un chascarrillo, lo cierto es que ambos parecían estar de acuerdo en su desapego por el pragmatismo, al que Heidegger consideraba «ajeno al ámbito de la metafísica» y Russell una manifestación del «mercantilismo americano». Si se acude a la escuela de Francfort en busca de juicios más benévolos, la empresa es desesperada: para Horkheimer y Adorno, los pragmatistas eran simplemente (como

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