Ensayos RdL

La voz sin melodía

Tal vez por su parentesco con el relato breve la novela corta suele optar por una gramática narrativa que proporcione una absoluta trabazón y cierta rotundidad. En El mal más grave, sin embargo, lo que parece prevalecer es la voluntad de pulsar muchas cuerdas con la intención de que el resultado sea, más que pronunciar una melodía precisa, proponer una sucesión de notas claras pero inconclusas, y por ello abiertas a la connotación y a la ambigüedad. Me refiero al hecho de que –excepto en momentos muy puntuales– la novela no deje que la anécdota narrativa alcance una cómoda continuidad ni el esperable primer plano. Y es muy de agradecer porque, de haber optado por

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El misterio de las primeras novelas

Reproduce Claudio Magris en El Danubio una bonita fábula sobre la alegría de la vida y el dolor de la muerte, escrita por una niña de Trieste, y a partir de esa fábula y de la sorprendente edad de su autora se decide a reflexionar sobre lo imprevisible de los talentos tempranos. Dice Magris: «No sé dónde está o qué hace esa desconocida escolar de primer curso, si está destinada a ser una gran escritora o si este destello de genio no pasa de ser una única e irrepetible revelación y es ahora una chica cualquiera». Traigo a colación esta cita de Magris porque Olga, la novelita que en este momento me ocupa, fue escrita

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La forja de un prosista

Con La forja de un ladrón, Francisco Umbral regresa a un territorio novelístico que le es familiar: la crónica de la posguerra española. El protagonista, como el de Pío XII, la escolta mora y un general sin un ojo, Los helechos arborescentes o Las señoritas de Aviñón, se llama de nuevo Francesillo, nombre sin duda emblemático para el autor y cuya raigambre picaresca él mismo pone de manifiesto en las primeras páginas de la nueva novela. Nos da la sensación de que para entender las novelas de Umbral, tal como sucede con las de Galdós y con las de Balzac, es necesario considerarlas más como partes de un gran ciclo narrativo que como una sucesión

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Escritura de la penuria

Para empezar –algún beckettiano no se habría inquietado si, en lugar de para empezar, hubiera escrito para acabar, pues sabe que tanto monta y monta tanto: «para acabar aún cráneo solo en la oscuridad lugar cerrado frente colocada sobre una tabla para comenzar»– diré que hay una alusión constante en toda la obra de Beckett a una idea de inmovilidad en lugar cerrado que paradójicamente remite a un ligero movimiento del que es paradigma Molloy: «Ahora he dejado de vagar, y ni siquiera me muevo, y sin embargo nada ha cambiado. Y los confines de mi habitación, de mi cama, de mi cuerpo, están lejos de mí como los de mi región en mi época

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