Ensayos RdL

Jovellanos: la voluntad de aunar literatura y política

Coincidencia deliberada o fortuita, de todos modos puede apreciarse como un valor añadido más que la edición de estos dos textos de Jovellanos aparezcan en unos momentos propicios para incidir en ese debate abierto, desde hace cierto tiempo, en torno al regeneracionismo y a la modernización de España. Debate que ha encontrado nuevos estímulos –para mirar otra vez hacia el pasado– gracias a esa convocatoria a la reflexión surgida al calor, más o menos artificial, de las cifras del 98. Si se remueven aquellas cuestiones que hace un siglo venían acogidas bajo los epígrafes de problemanacional o de males de la patria, es fácil percibir que entre esas actitudes y las que acontecieron un siglo

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Las energías renovables, con el viento a favor

En los últimos dos o tres años, sin grandes alharacas ni excesiva resonancia mediática, se ha puesto en marcha en nuestro país uno de los desarrollos económico-ecológicos más esperanzadores del final de siglo: unrapidísimo despegue de la energía eólica. En mayo de 1997 la potencia instalada en los parques eólicos españoles era de 257 megavatios (MW), mientras que ahora se están ejecutando proyectos –sobre todo en Navarra, Aragón, Canarias, Andalucía y Galicia-que en breve permitirán disponer de 580 MW más: esto es, en menos de dosaños se triplicará la generación deelectricidad procedente del viento, alcanzándose casi los 900 MW (el equivalente a un gran reactor nuclear). Para calibrar el alcance de esta evolución, téngase presente

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La fuerza de los sueños no cumplidos

La novela que voy a comentar fue la primera que vio publicada Natalia Ginzburg (nacida Levi, 1916-1991). Tenía ella entonces veinticinco años, se había casado en 1938 con Leone Ginzburg –de quien tomó para siempre el apellido–, y a causa de las actividades políticas del marido (un conspirador antifascista de los que iban en serio) se habían visto obligados al destierro en Pizzoli, un pueblo perdido de los Abruzzi. Ya llevaban con ellos dos hijos y allí nació la tercera, Alessandra, en 1940. De ella tomó Natalia el nombre de pila para componer el pseudónimo, Alessandra Tornimparte, bajo el cual entregó al año siguiente el manuscrito de La strada che va in città, que, como

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La memoria, la imaginación y la palabra

Quien conozca la obra literaria de Luis Mateo Díez sabe que con El expediente del náufrago (1992) concluye la trilogía novelística de la provincia en el franquismo a la vez que con aquel nuevo laberinto urbano sometido a mayor abstracción culmina también un ciclo en la trayectoria narrativa del autor leonés. Dos de las tres novelas siguientes, cada una por su propia vía, representan aspiraciones a la narración en estado puro y las tres constituyen aproximaciones a la novela lírica. Lo es, por más que pudiera no parecerlo, Camino de perdición (1995), cuya extensión resulta engañosa, pues el esencialismo perseguido por el escritor viene dado por la brevedad de sus capítulos y por la acusada

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