Ensayos RdL

El jardín donde el tiempo se reposa

Si la recepción en España de la obra de André Gide (1869-1951) ha sido irregular, no se debe sólo a la censura a nuestro proverbial desinterés por lo autobiográfico (lo que explicaría que no se haya publicado aquí su obra magna, el diario) sino a la propia, desconcertante variedad de la producción gideana. «Si vemos de ella intensamente un solo aspecto, descuidamos lo importante de ese aspecto, que consiste en no estar solo y en admitir también la verdad del aspecto opuesto. Si subrayamos esa afirmación de los contrarios, olvidamos la tendencia al equilibrio, a la armonía y al orden que no dejó de animarla» (M. Blanchot: La part dufeu, Gallimard, París, 1949). Pero si

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La existencia habla de sí misma

Como se sabe, el marco de un cuadro es un puro efecto óptico: a través de él, por los cuatro costados, el cuadro prolonga su vigencia, su entrelazado de propuestas, su realidad (basta apartar la vista y salir a la calle para verlo claro). Así los poemas de Olvido García Valdés: muchos de ellos incluso empiezan con letra minúscula y acaban sin punto final, es decir, brotan desde el vacío del margen como esos fragmentos de mundo propio que aparecen en un cuadro: mundo propio, pero no del pintor ni del poeta, sino del cuadro y del poema. Ya en Exposición (1990), pero sobre todo en ella, los pájaros (1994), las páginas de esta poeta

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Practicar historia

Lo que un buen libro siempre reclama es ejercicio, para quien lo escribe y para quien lo lee. El que nos ocupa practica un modo de proceder que problematiza lo que cabe entender por la historia; entender y hacer de ella y con ella. Más aún, son precisamente ciertas prácticas de los historiadores las que trastornan las posiciones de cuantos dan demasiado por presupuesto en qué consiste la tarea. Desde el estilo de lo planteado por el conocido título de Paul Veyne ¿Cómo se escribe la historia?, se reconoce que, con cierto aire impersonal, también las prácticas se escriben y se cuestionan. Así se modifica la pregunta inicial, que ya no es, sin más, por

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Un círculo vicioso

Resulta muy difícil explicarse la evolución literaria de Juan Goytisolo sin atender a las condiciones de su recepción, no tanto en España como fuera de ella. Pues mientras que en España hace años ya que los peculiares derroteros seguidos por este autor han dejado de interesar, fuera de ella, y muy particularmente en los departamentos de español de las universidades norteamericanas, Juan Goytisolo sigue siendo un escritor emblemático, de los mejor conocidos y supuestamente más representativos del país al que pertenece y que al parecer lo ningunea. No es extraño que sea así. El discurso de Juan Goytisolo se aleja tanto más de la realidad cuanto que abona insistentemente el cliché de un país y de

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