Ensayos RdL

Fe, familias y fábulas

Basta enumerar sucesivas generaciones de una familia para que surja el embrión de una historia: empiezan a cobrar sentido los que fueron y los que son, lo que fue y es, lo que pudo ser y no fue y la esperanza o el temor de lo que será. Y existirá, a elección del narrador, un punto de partida, un privilegiado episodio originario, mítico. La belleza de los lirios (In the Beauty ofthe Lilies, 1996), de John Updike, se inicia en 1910 con una caída, durante el rodaje de una de las primeras películas: la estrella juvenil Mary Pickford se desmaya bajo el peso del calor y el olor a quemado de las máquinas del director

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La vida por detrás

Un anaquel no pequeño de mi biblioteca está forestalmente repoblado por las memorias y autobiografías de artistas cinematográficos. Cuando digo «forestalmente repoblado» quiero metaforizar el hecho de que la pasta de papel se ha reciclado de algún modo en la madera de mis estanterías. Y poco más que eso. Cinéfilo de ley como lo soy, de siempre me atrajo la lectura de aquellos libros en que mis ídolos de la pantalla dizque me iban a contar sus vidas fuera y dentro de ella. No sólo por lo que pudiera descubrir de interacciones, de simbiosis, de vasos comunicantes entre el actor o la actriz y los personajes con los que me sedujeron, también para tomarle el

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La enajenación razonable

Este es el título del último capítulo de La perfección indefensa, de Juan Malpartida (Ensayos sobre literaturas hispánicas del siglo XX, tal como señala el subtítulo). Por varios motivos, me parece que este último capítulo debió de ser el primero: está escrito desde la conciencia del fin de un siglo y de un milenio, con la incertidumbre de la era que se iniciará y con las preguntas sin respuestas que la filosofía y la literatura –igual que la historia– han dejado pendientes, como una bandera o insignia que reclama ser heredada, sostenida por las generaciones futuras. En este último capítulo, además, Juan Malpartida cita un fragmento de El malestar en la cultura, el ensayo de

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La ciencia de la despedida

El final fue gris y horrible, cuenta uno de los compañeros sobrevivientes del campo de concentración, «el poeta» se desmoronó temblando de frío, esquelético. Una doctora certificó el fallecimiento por parálisis cardíaca y arterioesclerosis. Eran los últimos días de diciembre del año 1938. Lo echaron en una carretilla repleta ya de cadáveres, le ataron una placa de identificación a su pierna y se lo llevaron para arrojarlo a una fosa común. Por esas mismas fechas, más de ciento cincuenta autores pertenecientes a la Unión de Escritores, un organismo encargado de reprimir la libertad de expresión, de censurar la creación y, además, un gran colaborador de la policía política, recibían diferentes condecoraciones. Entre ellos estaba Vladimir

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