Ensayos RdL

Un jardinero solitario

Este libro comienza un día de junio a las 7.20 de la mañana en la ciudad de Madrid, cuando Ángel Santiesteban abre los ojos. Este libro termina ese mismo día al anochecer, cuando Ángel Santiesteban se entrega al sueño. Un día: El día de hoy. Y ¿qué pasa durante ese día en la vida de Ángel Santiesteban, jardinero, antiguo maestro y ex seminarista, separado, un hijo, un perro, una vida precaria? En grandes términos, no pasa nada, sólo la vida; es decir, un montón de cosas sin la menor importancia.   El día de hoy es una sucesión de microepisodios cotidianos reunidos por la conciencia del protagonista, quien se esfuerza por conciliar su vida de

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La búsqueda de la vera religión cívica

Es curioso observar cómo y hasta qué grado desvarían en temas de religión los hispánicos, esto es, quienes han conocido el marchamo de la indeleble marca del Caín español, en todas sus variedades simpáticas, empáticas y antipáticas. Tal señal es sencilla de describir, pero compleja de detallar: la hispánica es –y siempre ha sido– una cultura sin el menor respeto por la reciprocidad. Todos se creen en posesión de la Verdad, única y exclusiva, y, además de poseerla, pretenden imponerla a los demás que, por supuesto, van errados. En consecuencia, ni se sabe delegar ni, mucho menos, ceder. Luego, tampoco se sabe apreciar ni entender la diferencia existencial entre lo privado y lo público, que

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Espejos del alma

Qué podemos saber de un ser humano, más allá de su «representación» a través de testimonios ajenos, fotografías o fragmentos de un dietario hallado en un cajón? Cuando se inventó la fotografía, en su primera modalidad del daguerrotipo, se acostumbraba a fotografiar a los muertos –sobre todo niños–, poco después de la expiración y poco antes de que la mortaja arropase el rictus definitivo. El fotógrafo se trasladaba con celeridad al domicilio del finado, para captar su postrera faz, «antes de que el alma se vaya a los cielos», según la expresión decimonónica al uso. A esa labor indagatoria de almarios se ha dedicado también la literatura, alcanzando el cenit en la extrema sensibilidad proustiana

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La epifanía del rostro

Christopher Hitchens (1949), politólogo, filósofo y periodista inglés, no ha pretendido escribir un tratado teológico, sino un panfleto iracundo y provocador, que justifica un título desafiante. Dios no es bueno ni misericordioso. No es el padre de la humanidad, sino la causa de innumerables guerras y calamidades. No es el opio del pueblo, sino el veneno que intoxica las mentes y divide a los hombres. En realidad, ni siquiera existe, pero su presencia en casi todas las culturas estrangula el pensamiento y conspira contra las libertades democráticas. Al igual que Ortega definía el estilo de Baroja como una ráfaga de imprecaciones, Hitchens cultiva el improperio con notables dosis de ingenio. Sin embargo, la vehemencia no

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Ficción ficticia

Puede resultar sorprendente que un escritor mundialmente reconocido, quien además ha entrado ya en la octava década de su vida, se tome la molestia de dictar un curso universitario de posgrado en literatura latinoamericana. Sin embargo, para Mario Vargas Llosa la literatura es ante todo una gran pasión que busca compartir por doquier. Ya nos ha ofrecido su aproximación a la obra de Gabriel García Márquez en García Márquez: historia de un deicidio, un libro que, aunque data de 1971, sigue siendo una de las aportaciones más valiosas a los estudios literarios sobre el gran maestro colombiano. En La orgía perpetua reveló su propio deseo por ser Madame Bovary, y comparte con Gustave Flaubert la

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Gödel y el tiempo

Palle Yourgrau, profesor de filosofía en la universidad de Brandeis, es un gran admirador de Kurt Gödel (1906-1978). Desde luego, todos compartimos su admiración por la obra lógica de Gödel y por la serie de teoremas lógicos que llevan su nombre, de importancia decisiva e indiscutible. En 1930 probó Gödel el teorema de completud de la lógica de primer orden, que dice que el conjunto de las fórmulas válidas (de primer orden, es decir, con cuantificación sobre individuos, no sobre conjuntos) es recursivamente enumerable o, lo que es lo mismo, que todas las consecuencias de unos axiomas dados pueden ser obtenidas mediante un cálculo deductivo. En 1931 demostró el todavía más famoso teorema de incompletud:

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