Ensayos RdL

Mirar al pasado, explicar el presente

La confluencia del amor y la muerte, que encuentra en la guerra, o las guerras, su telón de fondo más sombrío, ha sido un lazo constante entre las novelas de Justo Sotelo. Sotelo se propone un análisis del pasado y del presente, no para ofrecer reportajes históricos que fomenten el consuelo colectivo ante las adversidades pasadas o relatos costumbristas que describan lo pintoresco de la actualidad, como suele hacer cierta narrativa de los últimos años, sino para aportar una posible explicación o interpretación del proceso histórico, del tiempo que fue y del tiempo que es, tampoco sustancialmente discrepantes. En definitiva, el novelista no se acerca a la realidad para contemplarla con connivencia y complicidad, sino

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Las pasiones, al descubierto 

Sólo un ciudadano del país donde se utilizó profusamente la guillotina puede comenzar su libro afirmando: «para matar a un hombre, basta con cortarle la cabeza». Es la manera, indiscutiblemente eficaz, que Jean-Didier Vincent tiene de anunciar al lector del libro aquí reseñado que ese órgano representa todo nuestro yo. Bueno, «todo» quizá no. Aunque el texto incluye información y diagramas sobre los mecanismos y circuitos que median en actividades como dormir, comer, reír, amar, recordar o hablar, entre otras, la invocación del alma es constante. El libro es extenso, pero posee una estructura fragmentada que permite una lectura a saltos. Todo depende de lo que busque el lector. Para cada actividad hay una sección

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Aún queda mucho

José María Vaz de Soto, autor de Sevilla, Estación Términus constituye, dentro de la narrativa española, el caso del corredor de fondo de Allan Sillitoe, no sé si lo recuerdan (hay película brillantísima de Tony Richardson), que nunca llega a la meta en primer lugar, estando perfectamente capacitado para ello, porque en el tramo final «se deja», o deja que otros venzan, por un mero prurito de orgullo o pertenencia a una clase. En el caso de Vaz de Soto –tengo la impresión–, se trata de no renunciar a los principios literarios que le son propios y que tienen que ver, tal vez, con la vieja dignidad del letraherido, tipo Valle, cuando éste se muestra

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Expresionismo delirante

Una revolución pequeña, cuarta novela de Juan Aparicio-Belmonte, luego de propuestas tan sólidas como su primeriza Mala suerte y, sobre todo, El disparatado círculo de los pájaros borrachos (XII Premio Lengua de Trapo de Novela), resulta, digámoslo sin más preámbulos, una buena cosecha de lo ya sembrado, por mucho que la ambición del envite deje algún hilo suelto en el tamiz. Y es que siempre resulta complejo intentar ensamblar registros que, en apariencia, poco o nada tienen que ver. Me refiero a la veta más grotesca o expresionista –evidente en el arranque del texto y en los perfiles desmesurados de al menos la mitad de sus personajes– y la novela negra, pues así, y no

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